Travaux du GEREC l'Ewop

El viaje insular de la memoria
en
la literatura de la migración

Angel Mota
 

Montserrat

Montserrat depuis Deshais, Guadeloupe. Photo F.P.
El fenómeno migratorio en nuestros mundos contemporáneos ha traído como una de sus consecuencias el nacimiento de un nuevo tipo de estética en la literatura. Este tipo de estética se caracteriza por divergir de las letras “nacionales” de los países de acogida migratoria como Francia, Canadá o los Estados Unidos. La originilidad literaria de los escritores en desplazamiento radica esencialmente en el hecho de que estos han vivido en dos o más países y con ello sus memorias (culturales, individuales, sociales, históricas, colectivas) difieren en gran medidad de aquellas de los autores del país de llegada. La memoria es de esta manera, un elemento de suma importancia de las letras migrantes, pues ella se reflejerá enormemente en la estética de las obras. Con ello resulta relevante analizar, observar y sobre todo entender a las obras nacidas de la migración, bajo un punto de vista y teoría original y diversa. Diversa a como se ha venido entendiendo, en primera la memoria de los sujetos de una nación y más importante aún, la manera como esta originalidad memórica influye y funciona en la estética de la literatura migrante.

A este respecto una innumerable cantidad de críticos y escritores han acudido a la metáfora del viaje insular para tratar de explicar la literatura de la migración. Uniéndose a esta práctica, este artículo propone una nueva teoría, a la que denominamos “viaje al archipiélago de la memoria”, para entender y explicar la originalidad de la estética de la migración.

Aimé Césaire, Édouard Glissant y los poetas del criollismo han sido los pioneros en el « uso » de la metáfora del viaje insular en el entedimiento de la cultura y literatura de la migración, en su caso de la cultura del criollismo. La figura de la isla y más concretamente del viaje insular se vuelve una pieza fundamental, casi olística, donde la literatura y cultura del mestizaje, de la hibridación, de lo criollo, y lo que nos atañe, de lo migrante, toman forma y sentido.

Édouard Glissant, en su libro Le Discours Antillais (1981), propone respecto a esto el concepto del archipiélago. Este es la cantidad de islotes e islas en defractación que caracterizan el Caribe, lo que se traduce a través de la lengua criolla y todo el proceso del criollismo. De este modo la isla, la piedra nos invitan a viajar, no un viaje hacia lo exótico, más bien, hacia lo etnológico. Se trata de una errancia entre los objetos, provocado por la sed de la alteridad y la necesidad de sentir la diversidad del mundo.

El pasado estalla en islas e islotes y entonces como residuos del pasado ellos son medios cognitivos, aún opacos del devenir, de contacto con la alteridad. Porque finalmente ese es el objetivo de Glissant, moverse en la fragmentación del pasado para escuchar la diversidad. No es difícil rastrear su noción de criollismo y por ello mismo su noción de islas parte de una experiencia caribeña lingüística y cultural a la que proyecta en su propuesta de cognición insular del mundo.

La metáfora del viaje entre islas sin embargo no sólo es empleada por los escritores caribeños. De hecho es una figura muy retomada por una gran cantidad de autores y ensayistas que abordan la problemática de la literatura migrante. Cuando estos evocan a la isla para explicar a la poética migrante conciben por ello nociones teóricas muy divergentes no sólo del concepto de isla o islas sino del modo en que la metáfora es empleada. Este modo de entender y emplear la metáfora va a realizarse por medio de pre-concepciones en la idea de historia, memoria, tiempo, cultura y nación.

Aunque parezca extraño estas preconcepciones intervienen porque en la mayoría de los estudios sobre el tema el interés se concentra en la identidad de los migrantes y no en la estética de sus obras. Por ende, se investiga siempre la relación con la cultura, con la lengua, con el territorio de origen, su memoria y sus modos de adaptación o des-adaptación con el nuevo mundo en donde se encuentran.

Podemos encontrar entonces dos vertientes principales al momento de abordar la metáfora de islas. Por un lado, vemos que aquella más vinculada con la noción de exilio preconcibe indirecta o directamente el discurso del atraso histórico y cultural de los grupos étnicos; en este caso de los migrantes. Por otro lado, en el discurso antillano se explora el cuestionamiento mismo de la modernidad, de la visión europea o norteamericana de la historia y del retraso o superioridad de unos pueblos en relación a otros y se propone una nueva visión de la relación entre culturas, de la relación del migrante con el pasado y con la nueva tierra de llegada.

Uno de los ejemplos más claros de la primera perspectiva, es decir aquella que concibe a los migrantes como una entidad encerrada en sí misma y cortada de la historia es la crítica que trata de entender el fenómeno migratorio y su poética con la metáfora insular de la Odisea y el mito de Ulises.

La escritora chilena Ana Vásquez por ejemplo, siguiendo los argumentos del filósofo Vladimir Jankélévicht ve en el mito de Ulises (17-24) un medio metafórico para interpretar las características principales en la vida y literatura en el exilio. La idea de retorno es, a los ojos de Vásquez y de Jankélévicht indispensable, "sino el exiliado no podría sobrevivir". "El exiliado siempre intenta regresar al pasado y vive atado a ese pasado." (Vásquez 23)

De esta manera cuando Ana Vásquez o Vladimir Jankélévitch interpretan el fenómeno del exilio por medio del mito y metáfora del viaje insular de Ulises hacen hincapié en dos puntos importantes: la búsqueda contínua del pasado, es decir del regreso y la imposibilidad de ello. Los autores conciben de acuerdo a estas nociones al mito de Ulises como un mito ejemplar colectivo. Haciendo un paralelo metafórico con el fenómeno del exilio Vásquez y hasta el crítico Gerardo Goloboff (11-16) proponen que la experiencia del eterno retorno de un escritor en la migración es una experiencia vivida por todos los exiliados de su colectividad. Cada una de las islas visitadas por Ulises es una realidad vivida por la colectividad del exilio. Las islas son los espacios metafóricos de búsqueda del exiliado. Por ejemplo en la isla de Circe, Ulises es visto como un exiliado que rechaza las seducciones de la tierra de acogida, pensando siempre en su país natal y en su tripulación, en el caso del exiliado, en su familia.

Como observamos el vínculo entre el exilio y el mito de Ulises concibe a priori varias nociones; en primera instancia al exilio como una experiencia colectiva, en seguida la idea de la existencia de Un sólo pasado, de Una memoria, de Un pasado único; sin modificaciones, variaciones, interferencias de la memoria, sin variaciones de tipos de memorias y finalmente piensa la noción de un pasado real, que existió tal como se evoca en la memoria y los relatos literarios. Esto no da cuenta de las mediaciones narrativas de los diferentes tipos de memorias. El problema teórico de este modo recae en el uso del mito de Ulises. En el viaje forzado del rey de Itaca, según la teoría bajtiniana del cronotopo la temporalidad no conoce los ciclos de la vida normal, es decir juventud, vejez, pues Ulises parte de Itaca joven y regresa por lo menos 20 años después igualmente joven. Se omite seguido el paso del tiempo en los seres humanos (Bakhtin 271). El viajero vive en círculos atemporales, controlados por los dioses. El viaje atemporal de Ulises nos muestra que el viaje en las islas es una necesidad de mostrar las aptitudes, las virtudes que una colectividad, bajo la figura de Ulises, tendría que tener.

En este sentido, sí, Ulises representa una colectividad y sus encuentros se hacen en nombre de estos, fiel a una tierra de origen, como lo apunta Bajtín. En la literatura migrante y sobre todo en la vida real del exilio, sin embargo, el paso del tiempo en los seres humanos existe.

Aunque el pasado es un espacio narrativo al que se recurre casi siempre en la novela migrante (que incluye al exilio) es un pasado finito y no es sólo un pasado sino varios, vistos desde diferentes puntos de vista, dependiendo de qué personaje o narrador recupera el o los pasados y bajo qué circunstancias y contexto, y además seguido se narra un presente; el presente de la escritura. Al mismo tiempo, sobre todo en la literatura de las segundas generaciones migrantes, existe una coexistencia entre la realidad vivida en el extranjero y la realidad presente del país de origen. Como dice Arjun Appadurai;

"The past is now not a land to return to in a simple politics of memory. It has become a synchronic ware house of cultural scenarios, a kind of temporal central casting, to witch recourse can be taken as appropriate, depending on the movie to be made, the scene to be enacted (...).” (30)

En la cultura chicana migrante por ejemplo la globalización comercial y mediática ha traído al presente elementos y productos de la cultura de origen al país de la migración, en este caso los Estados Unidos. Elementos como ropa tradicional de México, el lenguaje con sus modismos cambiantes expresados en los talk shows de Univisión o de Televisa, las noticias del país de origen vistas día con día gracias al cable o el Internet , partidos de fútbol o la comida tradicional. Elementos que son reapropiados por los migrantes, mostrados e integrados no sólo en la cultura del exiliado o migrante sino en su literatura. Entonces se tiene conciencia del paso del tiempo. De este modo la búsqueda de la tierra "original" ya no se realiza sólo hacia el pasado sino también hacia el presente y aún mas se vive en la cultura de origen estando en el país del exilio.

Como nos dice Arjun Appadurai las comunidades imaginarias de las que nos hablaba Benedict Anderson se han convertido en comunidades de mundos imaginados. Esto es, los múltiples mundos que son constituidos e imaginados por los individuos y grupos diseminados en el mundo gracias o causa de los medios de comunicación, la creciente tecnología, las imágenes publicitarias y por supuesto por la presencia de los inmigrantes, los exiliados, los refugiados o los turistas. Imágenes, nociones cambiantes que el "usuario" de los medios emplea para imaginar, como en el caso de los chicanos, a su comunidad como mejor le convenga o como su imaginación pueda sin que esté atado al pasado o dependa de ese pasado para realizar todos sus actos cotidianos o para pensar o crear el objeto imaginado. Puesto que la cantidad de imágenes de diversas culturas o la de "origen" son accesibles, al alcance de la mano como nunca antes.

El exiliado no tiene como única salida del exilio la muerte, como afirmaría el escritor africano Jean-Pierre Makouta, sino que sale continuamente, imaginando varios mundos e influye con su cultura en el país de llegada modificando la cultura al punto que se da el fenómeno de mestizaje cultural con el que se va a configurar la identidad de su comunidad y la del país.

Los medios de comunicación y de transporte han traído lo antes extranjero o lejano a lo local. Por lo que el inmigrante o exiliado no necesita realizar un viaje épico para encontrar elementos de su cultura de origen, elementos que le ayuden a inventar o imaginar su comunidad como fue o es, sintiéndolo como algo que puede vivir en el presente.

El mito y metáfora de Ulises reduce la complejidad del fenómeno de la literatura migrante (que incluye al exilio). Sobre todo porque la experiencia narrada en la novela migrante es antes que nada una experiencia individual. El escritor puede querer mostrarla como colectiva pero es una experiencia suya y no de todos. El escritor se presenta como el individuo que habla por todos y sus relatos desean reflejar una realidad colectiva, pero se trata de un acto narrativo, de un relato y por lo tanto este depende y es manejado por su único creador...

Con esta afirmación no negamos que exista una experiencia que preceda al acto narrativo. Sin embargo, si bien el autor puede haberse basado en una realidad del exilio sufrida o vivida por varios individuos de su comunidad él es el que va a escoger cómo se debe identificar el relato y de qué manera. Además, inclusive si un grupo de personas pudo haber sufrido o vivido el mismo evento o circunstancia cada uno lo vivió personalmente de manera distinta y por ende cada relato diferirá uno del otro.

Por este mismo motivo la propuesta de Édouard Glissant y de los escritores criollos sobre la insularidad cultural como un fenómeno colectivo es también un mito. Si bien el concepto de individuo y de colectividad para los antillanos es muy diverso del occidental también es cierto que la noción de colectividad y los elementos culturales y sociales que la componen van a variar de características, de origen, de historia o de objetivo dependiendo del sujeto enunciante. La noción de colectividad antillana que conocemos fuera del Caribe fue elaborada por los escritores mismos (Chamoiseau, Confiant, entre otros).

El Yo cartesiano no existe en la comunidad antillana porque el sujeto sólo es concebido dentro de una comunidad, esto es; el orador o narrador no puede decir "Yo" sino "Nosotros". "Somos y luego existimos..." Sin embargo este nosotros cambia de posición, de identificación según el hablante u orador que describe al nosotros. Por lo que el nosotros colectivo antillano insular es también la visión de un escritor o de varios. La noción de colectividad vista como experiencia insular de todos es también imaginada por un acto narrativo.

La narración en la novela de la migración, por ejemplo, es fruto de una experiencia individual. Las memorias del país de origen, de otras culturas o recientes, así como las memorias adquiridas colectiva e históricamente han sido escogidas y entendidas de manera individual y son plasmadas por medio de una construcción discursiva. No provienen entonces de una ósmosis colectiva, de un pasado mítico, biológico o tribal. Con esto convenimos en que todo mito o historia es una construcción cultural basada en experiencias y hechos ocurridos en el pasado pero que han sido acomodados, narrados y estructurados literariamente. El mito o la historia pueden tener una gran influencia en la construcción de la identidad del migrante pero tanto el mito como la historia son retrazados bajo el punto de vista del autor y reconstruidos y narrativizados por éste.

Concientes de este hecho y de las problemáticas antes mencionadas, proponemos aquí concebir a la literatura migrante, metafóricamente, como el viaje entre islas; entre fragmentos en un archipiélago de memorias; de tipos de memorias y de recuerdos. La metáfora del viaje insular de la literatura migrante la entendemos de este modo como la escritura de "novelas memoriales". Como lo define Régine Robin:

"La mémoire est un récit, même la mémoire individuelle, par ce qu'elle rentre dans une problématique de la trace et du reste, où le passé est fixé, géré, régi, où il est réaménagé, réécrit, où il est fantasmé." (48)

"La mémoire d'un individu, d'un groupe ou d'une société pense son passé en le modifiant, le déplaçant, le déformant, s'inventant des souvenirs, un passé glorieux, des ancêtres, des filiations, des généalogies, ou, au contraire, luttant pour l'exactitude factuelle, pour la restitution de l'événement ou sa résurrection." (48)

Con esto colegimos que si bien en algunos textos de la migración se trata de restituir un pasado y de imaginar una comunidad concebida con este pasado bajo parámetros etnológicos que encierran a esta comunidad en sí misma, la autora afirma que en la novela memorial, es decir en la recuperación del pasado, encontramos una conjunción de textos, de relatos, de códigos simbólicos, de imágenes y de representaciones heterogéneas que hacen imposible una recuperación única y factual del pasado. En la novela memorial, se da, argumenta, una ínter-relación de realidades sociales del pasado, de comentarios, de mitos, de ideologías, de recuerdos y de imágenes culturales. Comenta:

“(En la novela memorial) Il s'agit d'un syncrétisme où le scientifique se mêle au mythe, le légendaire à l'historique.” (48)

La novela memorial, para la investigadora, son las diversas maneras de narrar el pasado. En este sentido consideramos a las novelas migrantes y en general a la literatura migrante como una búsqueda en las islas de la novela memorial. Las islas son este archipiélago de recuerdos heterogéneos, de memorias, de mitos, de historias, de vivencias, de películas y las diversas maneras de contar este pasado que el narrador o los personajes visitan para narrar sus relatos. Las islas son lugares memoriales que acaban por ser inventados, recuerdos y memorias narradas, modificadas y deformadas para presentar ciertas imágenes del pasado, de estas memorias, de los lugares de estas memorias, mostrando pasados y presentes individuales o colectivos deseados, imaginados en beneficio de la búsqueda del sujeto o de su grupo.

Y estas memorias se mezclan obligatoriamente con las vivencias del presente, con aquellas imágenes mediatizadas que traen el país de origen al país de llegada, con aquellos productos del país de origen que hacen del pasado una experiencia del presente, una experiencia que se puede visitar estando en el mismo sitio gracias o a causa de la globalización mediática y comercial.

La novela memorial no sólo es la visita a los restos del pasado y a los medios para acceder a este pasado, sino la visita a los "restos" del presente, a lo heterogéneo de las imágenes y signos del presente que deforman, modifican nuestras memorias, recuerdos y maneras de rememorar.

Así, hacemos y rehacemos continuamente novelas memoriales, diversas, de un mismo hecho en el pasado o de una misma época en el pasado. Como el migrante no vive atado al pasado y únicamente para el pasado, el viaje al archipiélago de la memoria es una búsqueda para re-imaginar el presente y re-inventarlo continuamente.

La novela memorial es escrita a través de un viaje a los engaños, ambigüedades, nociones, recuerdos, que la memoria del escritor acumula a lo largo de su vida. Cada uno de estos recuerdos y tipos de memorias, nociones, ocupan un lugar; un espacio y un tiempo; un cronotopo. El cronotopo es como lo define Bajtín:

"(...) la corrélation essentielle des rapports spatio-temporels, telle qu'elle a été assimilée par la littérature. (El cronotopo) (...) exprime l'indissolubilité de l'espace et du temps." (237)

Un momento histórico, un espacio en relación con el tiempo (la idea de tiempo que se tiene) reflejan una visión particular del personaje(s). Cada cronotopo goza de una autonomía en relación el uno con el otro aún estando en un mismo texto, por lo que respecta a la novela migrante. Un recuerdo o la memoria de un tiempo en un espacio y tiempo específico es un cronotopo. Por ejemplo Elías Canetti en su novela La lengua salvada (2002) cuenta en un principio su vida de niño en Bulgaria, un recuerdo que se acompaña de su afecto por el español de sus padres, por la vida cosmopolita de frontera en donde vive entre lenguas. Más tarde en la novela nos cuenta su vida en Viena y su casi asimilación al alemán y a la cultura nacional del imperio. Se trata de dos cronotopos distintos pues se escriben dos tiempos y espacios con visiones diferentes del mundo y del mismo personaje.

Mas existen varios cronotopos en un mismo tiempo, cohabitando, dialogando. Se trata de varias islas de la memoria en un mismo archipiélago de la experiencia o memoria del escritor migrante. Por ejemplo, en la ya citada novela de Elías Canetti, su personaje principal, o sea él, describe lo siguiente:

"Rustschuk sul basso Danubio, dove sono venuto al mondo, era per un bambino una città meravigliosa, e quando dico che si trova in Bulgaria ne do un'immagine insufficiente, perché nella stessa Rustschuk vivevano persone di origine diversissima, in un solo giorno si potevano sentire sette o otto lingue." (5)

Los búlgaros, los albaneses y los turcos convivían con los judíos sefarditas. Divididos sólo por barrios habitaban juntos en esta ciudad de frontera. El niño Canetti podía visitar así la isla memorial de los turcos, la de los búlgaros o la suya misma. Islas entrelazadas, correlacionadas y no aisladas las unas de las otras. La convivencia del mismo espacio obliga a vivir un mestizaje a pesar de las diferencias culturales. En esta ciudad de frontera, Canetti habla varias lenguas y convive de manera diversa con la alteridad dependiendo del origen y lengua del interlocutor, por lo que visita varios cronotopos en un mismo espacio, es decir, varias maneras de concebir el mismo espacio y tiempo en relación con el personaje encontrado.

Por lo antes mencionado podemos afirmar que la novela migrante representa una acumulación de varios cronotopos antes y contemporáneamente visitados e imaginados por el narrador(es-a) o los personajes. Lo memorial toma forma de espacio y de lugar siendo relato. En este sentido los espacios y los sitios son relatos. Como nos dice Michel de Certeau:

"Les récits pourraient également porter ce beau nom: chaque jour, ils traversent et ils organisent des lieux; ils les sélectionnent et les relient, ensemblés ils en font des phrases et des itinéraires. Ce sont de parcours d'espaces." (170)

Y más adelante afirma:

"A cet égard, les structures narratives ont valeur de syntaxes spatiales. Avec toute une panoplie de codes, de conduites ordonnées et de contrôles, elle règlent les changement d'espace (ou circulations) effectués par les récits sous la forme de lieux mis en série linéaires ou entrelacées: d'ici (Paris), on va là (Montargis); cet endroit (une pièce) en inclut un autre (un rêve ou un souvenir)(...)." (170)

De Certeau resume estas frases con una declaración importante: "Todo relato es un relato de viaje." (171)

Con estas teorías proponemos que la figura del archipiélago con todas sus islas es; la serie de espacios que visitan, atraviesan, recorren los relatos en la recuperación memorial. Siguiendo las teorías de De Certeau aquí citadas proponemos igualmente que las estructuras narrativas de la novela migrante adquieren un valor de sintaxis espacial; de códigos, de conductas narrativas que se ordenan, que se componen de diversos espacios y tiempos rememorados y memorialmente imaginados. Con esto la figura del archipiélago es los diferentes espacios y tiempos, es decir; los cronotopos recorridos, evocados, estructurados y codificados en los relatos.

La insularidad es nuestra metáfora del cronotopo y del relato memorial. Acaso metáfora sobre metáfora bajtiniana1. Nuestra reivindicación del empleo de una metáfora para observar y analizar a la novela migrante se apoya en las ideas Nietzsche sobre la metáfora. Según el filósofo alemán no existen los hechos sólo las interpretaciones, casualidades y lenguajes. El tiempo y el espacio son obras del lenguaje pues la experiencia colectiva, la historia, la memoria se olvidan y todo cae en manos de la interpretación. La retórica da vida al olvido y es la metáfora, asegura Nietzsche, el medio para interpretar y discurrir sobre el pasado, sobre los hechos y sobre esa memoria olvidada y reinterpretada. De hecho la metáfora de un espacio, de la geología como medio para entender el fenómeno de la memoria ya había sido abordada, no sólo por los poetas del Caribe y el surrealismo sino por el psicoanálisis, por lo que sólo la retomamos.

La novela migrante es así un viaje a lo disperso de la geología insular de la memoria, en el sentido freudiano. En efecto, Freud en su libro La dénégation (1996) concibe a la memoria en su relación entre el inconsciente y la temporalidad y esta relación es observada con ayuda de la metáfora de la arqueología y de la geología. Los estratos geológicos se presentan como un registro visible, en el movimiento y las formas de la tierra, del devenir temporal.

Según Monique Shneider con esta metáfora el pasado deja de ser visto como un lugar de formas difuntas y aparece como algo tan actual y tangible como el presente mismo. (Temporalité 13-35)

Freud hace referencia con esto a la arqueología como figura analógica de la existencia del inconsciente. El arqueólogo visitaría las capas geológicas del pasado. Mas como nos lo indica Monique Shneider, Freud aprendió rápido que este viaje geológico al pasado no podía realizarse de manera lineal, sino que el pasado interiorizado, los recursos y memorias forman grupos representativos aislados; "grupos erráticos, incapaces de fundirse en un único movimiento temporal." (18) Las islas en nuestra metáfora del archipiélago son estos espacios geológicos de la memoria.

Es la experiencia del "après coup" la que reorganiza todos los espacios del pasado, espacios dispersos y cambiantes. Por ello la metáfora freudiana de la geología aunque se refiere a un fenómeno temporal transforma esta temporalidad en espacial y la convierte en algo visual; las capas de la tierra son excavadas. Existe una distancia entre el espectador y su memoria (el "après coup"). Un espacio en donde la búsqueda de la memoria puede ser focalizada y reorganizada.

A partir de estas nociones Michael Lambert y Paul Antze, en su análisis de la obra freudiana (Tense Past), proponen que la memoria es una práctica; el acto de una búsqueda. De este modo las ruinas de la memoria son un objeto de restauración donde todos nos volvemos, según los críticos, turistas alienados de nuestros pasados.

  El viaje a las islas de la novela memorial se realiza en un encuentro y desencuentro con cada uno de los objetos, animales, naturaleza, personas o experiencias del pasado que son encontrados por el narrador o los personajes. Los objetos, las personas y hasta lo vivido adquieren el valor de restos, signos del pasado y del presente. Régine Robin al discutir las diversas maneras de narrar el pasado explica que en la creación del pasado nacional:

"Il s'agit d'une gestion de traces, une gestion de cendres de conséquence ou anonymes, d'une gestion de la saga identitaire(...)."(50)

Los narradores o personajes van de una costa memorial a otra, manipulan a los seres observados, lo que hacen, lo que piensan, interpretan los objetos y naturaleza y lo supuestamente vivido imaginando más que reflejando lo verídico, porque como nos lo indica Freud lo que recordamos son las memorias (escuchadas, leídas, aprendidas o vividas) y no lo que vivimos. Y aún más como lo explicita Salman Rushdie refiriéndose a los escritores migrantes:

"Nous ne seront plus capables de reconquérir précisément ce qui a été perdu; qu'un bref, nous créerons des fictions, non pas de villes ou des villages réels, mais des patries imaginaires." (20)

Como vemos, para autores migrantes como Rushdie, se tiene conciencia del carácter imaginativo de la memoria y por ende de que este medio es un artificio; una o varias representaciones de la realidad y no la realidad misma. Salman Rushdie se expresa así al respecto:"Ce fut une découverte étrange. Comme si l'on m'affirmait que ma vie lointaine n'était faite que d'illusions." (20)

"Mon Inde, une version et rien de plus qu'une version parmi les centaines de millions de versions possibles. (...)quand l'écrivain indien, qui écrit en dehors de l'Inde, essaie de rendre compte de ce monde, il est obligé de le retrouver dans des miroirs brisés, dont certains fragments ont été irrémédiablement perdus." (21)

A este respecto, las memorias y la búsqueda en el pasado de esos vestigios ilusorios se escriben a todo lo largo de las narraciones como en un viaje. Uno y varios viajes a estos cronotopos; espacios insulares que contienen múltiples restos del pasado; ruinas del escritor, ruinas de su cultura de origen y de la cultura de acogida. Restos que son sus recuerdos y memorias, restos que son el imaginario nacional y sus monumentos tanto escritos como físicos. La novela migrante como novela memorial recoge, como nos lo indica De Certeau, lugares (definidos como elementos distribuidos en vínculo de coexistencia); islas que se ligan unas a otras en un espacio; el archipiélago, como representación de una búsqueda melancólica de sí, de nuestro pasado y de la comprensión del mundo.

Pensemos otra vez en Salman Rushdie y en sus novelas que tienen signos y referencias culturales para los lectores hindúes y otros para los lectores ingleses, que van de un pasado histórico de la India a los recuerdos de la infancia a lo vivido en el exilio en Inglaterra y después a la historia de Inglaterra misma.

La narración de la memoria histórica o colectiva inglesa, aquella hindú así como la narración de la memoria personal del narrador y de los personajes nacidos en Inglaterra evidencia también el entrecruzamiento de varias maneras de rememorar. Vemos que la necesidad de contar el pasado con todo tipo de memorias se acompaña, en la estética migrante, de las diferentes maneras como se rememora. Porque se nos enseña qué y cómo rememorar antes de rememorar y eso depende de cada cultura, colectividad y experiencia social e histórica.

La memoria es un proceso cognitivo y nuestras diferentes maneras de rememorar dan cuenta también de nuestras diferentes maneras de entender tanto el pasado como a nosotros mismos y a la alteridad. Porque nuestra manera de entender va a depender del modo como se nos enseña a rememorar y a entender.

El escritor migrante lleva en su viaje memorias que no pertenecen al país de llegada. El escritor se ve confrontado con imágenes y lenguajes que no conoce. En este sentido, el sistema cognitivo debe ser modificado o debe cohabitar con otros. El narrador o los personajes de la novela migrante narrativizan así, por ejemplo en el caso de Señas de Identidad de Juan Goytisolo (1966) un conflicto no solamente de diferencia de memorias entre una cultura y otra, sino un conflicto cognitivo en la comprensión de los mismos signos culturales en el entendimiento de la historia, de referentes colectivos; en la narración misma de las memorias.

Una espacio, un juego deportivo, un tiempo histórico, tienen en la novela significados muy diferentes entre el personaje-narrador inmigrante y los habitantes del país de acogida (Francia) y de origen. El personaje de Señas de Identidad , como en general el narrador en la novela migrante, va de una isla a otra, de la narración de un pasado a otro, al mismo tiempo que encuentra al presente, al mismo tiempo que los signos del presente la mandan al pasado y viceversa.

Los signos; las imágenes son un rappel de mémoire, recuerdo de memorias propias, que en el texto migrante dialogan con el sistema cognitivo del país de acogida y con las significaciones de sus signos. El referente del pasado del narrador se modifica "contaminado" por el referente del presente.

Es ahí que el escritor migrante no cesa de deambular en un archipiélago de memorias, de múltiples y mutables narraciones de memorias.

Bibliografía

1. Appadurai, Arjun. Modernity at Large, Cultural Dimensions of Globalization. Minnesota: University of Minnesota Press, 1997.

2. Bakthin, Mikhaïl. Esthétique et théorie du roman . París: Gallimard,1980.

3. Canetti, Elias. La lingua salvata. Roma: La Biblioteca di Repubblica, 2002.

4. Deleuze, Gilles y Guattari. Félix. Capitalisme et Schizophrénie. París: Éds. du Minuit, 1975.

5. De Certeau, Michel. L'invention du quotidien 1. arts de faire. París: Gallimard, 1990.

6. Glissant, Édouard. Le Discours Antillais. París: Éds. du Seuil, 1981.

8. Goloboff, Mario Gerardo. “ Las lenguas del exilio.” L'exil et le roman hispano-américain actuel. Éds. De l'Université de la Sorbonne Nouvelle Paris III. París, 1990. 17-24

9. Goytisolo, Juan. Señas de Identidad. Barcelona: RBA editores, 1966.

10. Jankélévitch, Vladimir. L'irréversible et la nostalgie. París: Flammarion, 1974.

11. Makouta-Mboukou, Jean-Pierre. Les Littératures de l'exil: des textes sacrés aux œuvres profanes. Étude comparative. París: L'Harmattan, 1993.

12. Nietzsche, Friedrich. «La naissance de la tragédie», en Œuvres philosophiques completes , textos y variantes establecidos por G. Calli et M. Montinari. Trad. del alemán al francés por Michel Haar, Phillippe Lacoue Labarthe et Jean-Luc Nancy, nrf. París: Gallimard, 1977.

13. Régine, Robin. Le roman mémoriel. Montreal: Collection L'univers du discours, Le Préambule, 1989.

14. “Temporalité, inconscient et répétition; du mythe a l'élaboration théorique.” Mythes et repr é sentations du temps. Colectivo preparado por Dorian Tiffeneau. Éds. du Centre national de la recherche scientifique. París, 1985.

15. Tense Past: Cultural Essays in Trauma and Memory. Nueva York y Londres: editado por Paul Antze & Michael Lambert, Routledge, 1996.

16. Vásquez, Ana y Araujo, Ana María. Exils latino-américaines; la malédiction d'Ulysse. París: L'Harmattan, CIEMI, 1988.

Note

Para Bajtín el cronotopo es una metáfora pero no de manera absoluta: “(...) Nous comptons l´introduire dans l´histoire littéraire (el cronotopo) presque (mais pas absolument) comme une métaphore(...)” (237)